domingo, 30 de diciembre de 2012

Credo


Hoy, sólo como inicio, en estas fechas con aroma a curva, despliego mi credo, ordeno la lista interminable de mis creencias, sólo la partida, sólo este polaroid de Diciembre casi Enero. La imagen cambiará, no tengo la más mínima duda.

Hoy. El que cree, es quién escribe.

Creo en hacer.
Creo en las consecuencias de los actos, y creo en las acciones.
Creo en la realidad que me rodea. Creo en mis ojos.
Creo en la inestable fuerza de mi cuerpo.
Creo en mis manos y en la memoria de mis dedos.
Creo en el día que nací y en los que siguieron.

Creo en un Dios, pero imperfecto. Creo en los que creen.
Creo en una única verdad, aunque esta duela.
Creo en un cuerpo mortal y en algo eterno.
Creo en el universo y las galaxias, creo en la energía.
Creo en un oxígeno indispensable. Creo en el agua y sus estados.
Creo en la Tierra, creo en la vida.

Creo en pensar, y creo aún más en imaginar.
Creo en mis letras, creo en el mundo que invento, en la fantasía,
Creo en las lágrimas que fueron hojas y en las lágrimas que no pudieron.

Creo en los miedos, en los que tiemblan,
Creo en los que lloran y en la tristeza,
Creo en los que sufren y aprenden,
Creo en los que ya se cayeron y aún les duele,
Creo en los que se levantan y no se rinden.

Creo en mi risa, creo en mi alegría,
Creo en los que buscan lo imposible
Creo en la locura, creo en los que miran distinto, pero siempre miran,
Creo en mis amigos, en la amistad,
Creo en confiar.
Creo en la familia y en la sangre.

Creo en el amor y en los que aman.

Creo en lo increíble.

Creo en el que creí ser.
Creo en el que soy.
Creo en el que seguirá creyendo.

Creo en mí.
Creo en mí.
Creo.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Las mil y tres noches - Última noche


Me es difícil juzgar la belleza de una ciudad, existen muchos parámetros, cantidades de cuestiones arquitectónicas, históricas o geográficas que no domino, simplemente observo, simplemente exploro y siempre me llevo algo, siempre, seré distinto al final del viaje, no de este en particular, sino de todos los que hice y haré.

Decido asomarme un poco por fuera de la Medina, hay otro Marrakech del otro lado de las murallas, es innegable la personalidad de esta parte de la ciudad, es indudable su carácter pero también lo es su pobreza, las calles lo muestran y su gente no lo esconde, ahí está, se vive día a día, muchos duermen en la calle, muchos mendigan, nada nuevo, nada impresionante, simplemente una realidad, su realidad. Khalid es el taxista, hablamos por señas, no hay idioma puente que nos acerque esta vez, ni bien salimos me va señalando los hoteles de lujo y a medida que nos alejamos las casas no pueden evitar mostrar su rasgo francés, atrás, la Medina se pierde bajo el sol, que sigue ahí, implacable. Las pequeñas motos, las carretas, los autos de otro siglo desaparecen, acá todo parece nuevo y seguramente lo sea. Khalid me deja en el Jardin Majorelle, un pequeño jardín botánico que es un emblema de la época del protectorado francés en Marruecos. 


Había leído que durante aquel período se trató de mantener el espíritu local en las construcciones y respetar los estilos propios de la ciudad, de algún modo se puede decir que es cierto, se intentó, pero uno nota la diferencia, se respira otro aire, se ve otra gente, es distinto. Supongo que es difícil tratar de ser parecido a algo que es distinto a nosotros mismos, el intento resulta estéril, voy pensando estas cosas mientras disfruto el imponente jardín, más allá de todo ello, es imponente, me siento en un banco a tomar agua y respiro, hace un tiempo que no hacía esto, y lo disfruto.


Humo, el centro de la plaza Jemaa el Fna, la principal, eleva una columna que nubla el cielo, todo humo que se ve desde todas las pequeñas calles que llegan allí, ya se han ido los encantadores de cobras, ya se han ido la mayoría de los puesteros, sólo queda este inmensa feria de comida que desaparecerá en una horas para volver a nacer cada tarde, todos los días construirán este inmenso mercado de comida y todos los días lo desarmarán. Voy caminando entre los distintos locales, mis brazos no son míos, son de ellos, cada tres o cuatro pasos alguno me agarrará e insistirá en que coma en tal o cual lugar, negarse es un arte, un simple “no” es inútil, lleva un par de minutos convencerlos y poder seguir adelante. Finalmente uno me convence, luego de varios que me charlaban de Maradona y Messi cuando les decía que venía desde Argentina este me dijo en un español perfecto “¿Argentina? ¡La Albiceleste!”, la originalidad siempre da frutos, así que entre sonrisas me siento en el puesto 34, en una de las esquinas de este cuadrado inmenso. 


Pan y salsa, independientemente de lo que vaya a ordenar, eso viene, junto con una pequeña lista escrita en varios idiomas, me decido por unos mariscos mixtos y voy charlando con la mezcla de turistas y locales que se acerca al lugar, esa es la dinámica, estamos todos sentados alrededor de la cocina, no hay separaciones, la charla es una y varias, y uno puede elegir dónde escuchar, dónde opinar. Los cocineros no se detienen un segundo, perdidos detrás del humo de las planchas sólo abandonan el cuadrilátero para fumar y vuelven a la incesante tarea. Es mi última noche, no puedo pedir más, es hora de volver nuevamente. Ya aprendí los caminos, me siento más seguro en la ciudad, es la última noche, quiero quedarme más, quiero ir al desierto, ya volveré pienso, ya volveré, me prometo.



Youssef me invita el último té, la madrugada se nos fue una vez más charlando, me enseña cómo escribir mi nombre en árabe y algunas de las reglas del idioma, me parece apasionante, siento que el tiempo siempre es escaso, no me quiero ir, ya pienso en volver.

Llega la hora de dormir, la solemnidad de turno, los saludos finales, le agradezco a Youssef por todo, intercambiamos datos para algún próximo viaje y simplemente nos dimos la mano, aunque luego del apretón el se lleva la mano al pecho, me extraña un poco el gesto y le pregunto qué significa, se ríe y me dice “A los hermanos se los lleva en el corazón, y cuando uno saluda a un hermano, se toca el corazón”, repito el gesto junto con él y me voy, el me dice “No te olvides, tienes un hermano también acá” y volvió a reír.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Las mil y tres noches - Noche dos


El olor se va intensificando a medida que me pierdo en el mercado del Mellah, el antiguo barrio judío de la ciudad, el festival de colores es tímido, la luz apenas ingresa entre estas calles, no veo turistas, mi atuendo, mi rostro, todo me delata, pero a nadie parece interesarle, sólo camino, yo presto atención, ellos me ignoran. No veo las típicas artesanías que inundan los zocos, los vendedores no se me acercan a ofrecerme nada, lo único que inunda la cuadra es un abanico de olores, especias de toda índole, gallinas, pescados, vivos y muertos, Youssef me recomienda que compre tal especia, tal otra, que es el mejor momento porque los precios subirán en los próximos días, la celebración del sacrificio es en una semana, el Eid-al-Adha, la fiesta del cordero, sin importar la clase social la ciudad entera celebrará y hará un gran banquete, los ingredientes están aquí, algunos ahorran meses para este evento y Youssef lo sabe, a algunas horas de aquí, me cuenta, su familia lo celebrará en grande pero este año el no podrá ir, debe trabajar.


Decido hacerle caso y entramos a la pequeña tienda de Rashid, el con paciencia me explica que azafrán se usa para el cuscús, que pimientos para el tajine mientras me invita un té del Sahara y me muestra el ritual de prepararlo, hace especial hincapié en no agregarle azúcar, en dejar que la mezcla de las hojas le dé el sabor adecuado, nos quedamos charlando, me cuenta cómo ha cambiado la ciudad en los últimos años, y lo difícil que es sobrevivir hoy en Marruecos, el té se hace largo pero la conversación disimula el tiempo, voy aprendiendo, voy empezando a entender, es un momento importante aunque no lo haya notado, en un futuro, tal vez no tan lejano, comprenderé la importancia de aquella charla, por ahora sólo escucho, sólo miro.


Perderme en las calles, perderme en la noche, no saber donde estoy casi siempre me produce una especial excitación, los primeros días de una ciudad nueva, esa sensación increíble de no saber, las esquinas son incógnitas y errar será más humano que nunca. Claro que los rostros van cambiando, a estas horas la ciudad vieja aminora su ritmo cardiaco, y el murmullo ahora habla en árabe, estoy definitivamente perdido, son más de las once de la noche y tengo la sensación de ya haber estado en este lugar, las calles pequeñas no tienen nombre y el ruido me lleva siempre a la plaza principal, pero ahora quiero volver a dormir, aunque no se hacia dónde dirigirme, tengo un solo punto de referencia, un estacionamiento, que no he logrado encontrar en la última hora, no es cuestión de miedo, pero estoy incómodo. Acá todo tiene un precio, y la hospitalidad a estas horas, tiene su tarifa, preguntarle a cualquiera hacia donde ir normalmente no tiene respuesta, se ofrecerán indefectiblemente a acompañarme y ese servicio, claro, tiene un precio, que desconozco, esta lección la aprendí cuando me perdí por primera vez, pero entonces era de día, y el despiste costó cien dihrams, unos diez euros, no me es difícil asumir que el costo a estas horas será mayor. Al tiempo me rindo, mi mapa es indescifrable, no tengo referencia de donde estoy y decido mostrar mi rostro confuso a mapa desplegado, alguien entenderá que estoy perdido y alguien verá su oportunidad de negocio en mí. 


El proceso fue de unos segundos, ya estoy rodeado de dos marroquíes que dicen saber dónde voy, ya me están acompañando, ya charlamos de Messi y compartimos un cigarrillo, les insinúo que cuento con poco dinero pero hacen caso omiso a mi afirmación, en inglés, me dicen que no es fácil ir hacia donde voy, que es lejos y que esto me costará buen dinero. A mitad de camino trato de negociar, les muestro unos cuarenta dihrams, les afirmo que no tengo más, estamos en un callejón casi sin luz y el mayor de ellos vuelve a decirme en inglés que necesitan más, que eso no es buen dinero, y utiliza la única palabra en español que me dirá, sino “muerte, muerte”, la erre ruidosa y su rostro que no sonreía más me dio a entender que la negociación había terminado allí, le dije que conseguiría más en el hotel, y volvió a sonreír. Sólo quedaba confiar, si su intención hubiese sido cualquier otra, la noche, la oscuridad ya le había ofrecido la oportunidad durante todo el trayecto, ellos se asegurarían que yo llegue, pero cobrarían por ello. Al llegar, me abre Youssef, en rigor de verdad, ahí lo conocí y lo primero que me preguntó fue como me había juntado con aquellos dos, no tuve respuesta, el precio ya estaba en la mesa, doscientos dihrams, veinte euros, le consulté a Youssef si podría pagarles menos y me recomendó no hacerlo, me dijo que preste atención a la cicatriz en la cara del mayor de ellos y me dijo sin mirarlos “no son malas personas, sólo que eligieron malos hábitos, es mejor pagarles y olvidarse de esto”. Finalmente pagué, y aún nervioso, compartí el primer té con Youssef, lo último que me dijo esa noche fue “Tranquilo. Ya aprendiste algo nuevo, mañana serás más sabio”.

martes, 13 de noviembre de 2012

Las mil y tres noches


El sol no perdona. No perdona hoy ni perdonará en los próximos días, ahora se eleva en este mediodía implacable, no hay nubes, no hay viento, el sol reina un cielo inmenso, un cielo calmo, un paisaje único. Unos metros más abajo, acá a nivel del piso, el ruido es ensordecedor, las calles se angostan, motos y bicicletas recorren incesantes en todas direcciones, el espacio es reducido pero el caos parece respetar un orden complejo, trato de caminar con cautela, pero mi pausa entorpece el ritmo del río de gente, no hay tiempo de cuestionarlo, aligero mis pasos y trato de latir al mismo ritmo, que la corriente me lleve, es hora de disfrutar el agua.

No voy a ser estrictamente cronológico, me corrijo; no voy a ser cronológico, esto será simplemente un collage de imágenes, un rejunte de sensaciones, no deseo una crónica, no la busco, el orden aleatorio es lo que se grabó en mi memoria.

Leí mucho antes de llegar, cumplí con mi formalidad interna de estudiar el destino, leí una vez más para saber mucho sin entender nada, entendería al llegar y tal vez ahí podría empezar finalmente a saber. No puedo obviar que este es mi primer paso en África aunque  para la gran mayoría África sean leones, animales exóticos, tribus, safaris, pero no, también es esto, acá empieza para mí el continente, esta es la puerta que elegí o que en destino se abrió, no sé bien la diferencia. Acá a un par de horas del mar, acá a un par de horas del desierto, en este paisaje austero en flora, humilde en fauna, acá es donde se me escapan los ojos ante la riqueza de cada rostro, su gente me está hablando, aunque no usamos el lenguaje, no será necesario, hay un ritmo que va latiendo en sus calles que me da las primeras pistas de cuanta sangre corre en estas venas. Un mundo de miradas, los hombres detrás de sus solemnes barbas y sus sombreros blancos, las mujeres detrás del velo, cubiertas por las chilabas, la piel es un bien preciado, un tesoro oculto, solamente negociamos miradas, intercambiamos mensajes entre un parpadeo y el siguiente, eso es todo, los ojos me irán diciendo, me irán indicando.


“Y ahí no hay nada, solo Dios y las estrellas, nada en el medio, nada te separa” me dice Youssef en un inglés oxidado cuando me habla del desierto, la idea me fascina, y asumo que será una deuda pendiente, pero la imagen mental me inunda, mis ojos miran hacia adentro, yo viajo a esa tierra, se me cruza el desierto, recuerdo los dibujos de Saint-Exupéry, al Principito caminando en el desierto y viajo de nuevo, Youssef me pide perdón porque su inglés no cuenta con las palabras que el elegiría pero que es un lugar único, yo atónito pienso que no habría mejores palabras.

La noche ya vino hace unas horas en Marrakech y él me habla de su pueblo, me cuenta de su familia, de los cincuenta y cuatro familiares que comparten techo en la casa de su abuelo, me apuesta que al llegar a la estación de tren sólo bastará mencionar su apellido y seré tratado como un rey, que nadie dudará en llevarme a su casa, se acaba el último cigarrillo, tomamos un té, me cuenta que hace unas semanas tomó alcohol y que necesita cuarenta días para purificarse, que debe cumplir con ello, que debe hacerlo para poder volver a rezar, él que se declaró poco religioso, dice que necesita volver a rezar, que le hace bien. Se va la noche, el ruido del día enmudece, la ciudad ya duerme, la madrugada será un murmullo de pasos hasta el primer llamado a rezar, hasta que cerca de las cinco, antes que el día llegue, la ciudad despliegue su primer rito.


Tengo que ser cuidadoso, mi cámara, el sonido de cada disparo, cada vez que me detenga y enfoque, deberé ser respetuoso, no seré siempre bien recibido, Youssef será mi guía, el se disculpará por mi cuando me equivoque, una vez más, las miradas serán las que me darán la autorización, es un mundo nuevo, me siento tentado a retratar cada cosa, quiero acercarme un poco más, pero no puedo, hay lugares prohibidos, hay espacios ajenos, voy aprendiendo de a poco. La mezquita vuelve a llamar, es el Asr, el último llamado antes que sea de noche, observo como tranquilamente se acercan a la Koutoubia, la mezquina más grande en la ciudad antigua, simplemente observo, yo no puedo ingresar, acá en Marrakech no está permitido, decido no fotografiar el momento, sólo observo, a lo lejos se oye el llamado de una mezquita más lejana, ya el sol empieza a bajar, vuelvo a pensar en el desierto y la imagen aparece de nuevo.

lunes, 1 de octubre de 2012

7 am


6:55 am
aún no es día, tampoco es noche,
las letras se presentan irregulares y borrosas,
mi mirada se pierde y los ojos se cierran, aun así,
aqui estoy, creando una vez mas metáforas,
frases sueltas, pequeños universos, mundos nuevos,
que sepan viajar de mí, hasta donde quiera, que esté usted....

6.59 am
siento un ligero calambre, un irregular latido muscular,
la garganta protesta en dolor tanto tabaco,
el panorama es caótico, ropa aleatoriamente arrojada decora el cuarto,
aún así, escribo,
me doy el placer de no poner en plazo fijo estar verborragias,
dejo libre este impulso,
estas oraciones, que de mí, para usted, se están haciendo costumbre.....

7.02 am
me pregunto si duerme, o si aún deambula por la madrugada,
me pregunto también si sueña, o sólo cierra los ojos,
mi cuerpo se revela, un nuevo calambre es inminente,
yo me revelo, y enciendo un cigarrillo,
sé que la garganta misericordiosa sabrá entender que lo necesito,
me pregunto que siente, cuando lee,
me pregunto que lee, cuando siente.....
Se nubla Buenos Aires, y mis ojos acompañan,
sin embargo, la letra fluye, de mi, para usted......

7.05 am
Ahora en Buenos Aires llueve, por suerte mis ojos no acompañan,
los sonidos del día se hacen reales y algún pájaro ya afina su canto,
me encuentro particularmente feliz, desconozco el motivo,
pero sonrío, y no sólo es un fruto etílico,
Escribo. Disfruto este instante.
Escribo y le agradezco ser motivo de estas letras,
que simplemente nacen de mi, para dormir en sus brazos.....

7.10 am
La última estrofa se hizo larga, y el cuerpo no resiste,
entre en mi propio sueño,
la llevo conmigo a mi irrealidad,
preparo una canasta de letras para un banquete de manteles y de otoño,
preparo un día en algún Central Park del mundo, con ardillas y olor a pasto,
y la invito,
a este sueño que empieza en mi y espero que termine en usted.....

7.12 am

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Del Ecuador al Polo...


Esquivo una vez más la despedida,
no el simple adios tantas veces aceptado,
sino el tedioso proceso que esto incluye,
esquivo entonces el engañoso amor del último beso,
broto en rabia ante el falso candor del último abrazo,
miro con desdén los ojos que ayer reflejaban mi mirada,
y evito por sobre todas las cosas......quererte......
porque ya has perdido mi cariño......

Fui juntando retazos de esperanza,
y he llegado aqui, pleno en mis fuerzas,
dispuesto a luchar por ti..... por lo que eras......
Por lo que fuiste cuando eras alguien,
o por lo menos alguien en mi vida,
pero ahi se cierran tus puertas,
las mismas, las de siempre,
las puertas de las que nunca tuve llaves,
el triste cerrojo bien cerrado,
no hay salida para mi.....y es lo que quieres,
inútil pues la lucha y mis vaivenes...........

En mi Ecuador de amor, te fui eligiendo,
siempre en el cálido roce de mis vientos,
tú, claro, en los tibios trópicos,
con el sol siempre de lejos,
lejos siempre de mi centro......lejos siempre....siempre lejos.

En mi Ecuador de vida, quise ir creciendo,
tú en la noche polar, usando el tiempo.....
usando y abusando.... del torpe hombre a quien yo quiero,
y aqui mismo me rindo, sin mis besos,
y te relego al Polo mas boreal junto a mi cuerpo.....

No quiero despertar más junto a ti,
ni aun tus besos,
no quiero ya tu voz.... ni tus excesos,
no soy a quien tu amas..... te lo creo,
por eso vete lejos,
soy ajeno,
ajeno a tu mundo tan disperso,
y ajeno a estas letras...... y a estos versos......

En mi pasado polar te irás quedando,
temerosa y fugaz.....asi te siento....
yo en mi Ecuador iré intentando,
la esperanza aún es mi amuleto.

Del Ecuador al Polo no hay regreso,
asi que reserva estériles intentos,
olvido eres en mi, y en mi recuerdo,
y mi beso polar es lo que dejo.....

martes, 11 de septiembre de 2012

Yo lo conocía

Yo lo conocía, en realidad había escuchado hablar de él, es como esas historias que pasan de boca en boca, y luego se transforman lentamente en leyenda, siempre me gustaron las leyendas.... por lo que se podría decir ... que yo lo conocía, sentía simpatía por él, un cariño especial, como el cariño que se siente por algún perro abandonado, que levanta los ojos siempre tristes y baja sus orejas implorando cariño, ya habiendo olvidado lo que era comer de la mano de un dueño. Si, tiene razón, tal vez mi cariño hacía el se disfraza de lástima, pero no cometa el error de tomar esa apariencia, siempre él me inspiró respeto, tal vez por eso, lo conocí sólo como leyenda, sólo como algo que mis padres y abuelos decían conocer....yo en realidad, elegí conocerlo así, porque la vida de esa manera, era más fácil.

Y entonces, todo es más simple, porque el resto es fácil de manejar, los demás son inocentes en demasía y uno puede jugar con ellos, puede ponerse el disfraz de titiritero y creerse Dios por un rato largo sin nunca sentirse cerca de correr peligro, sin nunca apostar más que el vuelto del otro día. Luego uno se acostumbra, y la leyenda se hace mito, hasta llegar a pensar que él no existe, y el mundo sin él suele ser más chato, pues puede llegar a ser un lugar donde la rutina asfixia. Y entonces uno se ilusiona.....y la fe impulsa a forjar una esperanza, y él aparece entre sueños, y la sensación de su presencia, el recuerdo en madrugada impulsa a afirmar que él existe, que es una realidad inevitable, y luego, sin casi quererlo, uno sale a buscarlo.....en un juego que parece una aventura.

Claro que él nunca fue tonto, y es tan escurridizo que es más fácil atrapar estrellas y arco iris en la niebla, y toda la esperanza se difunde y desaparece. No porque la aventura se haga imposible, sino que uno se cansa, porque siempre parece que estamos cerca y cuando uno cree tocarlo, cree poder finalmente abrazarlo y descansar, se da cuenta que no es él, ¡y hay tantos parecidos!!...que uno prefiere pensar que sí, es una leyenda, que sí, es sólo un mito... y tal vez descansar un poco más tranquilo.

No hablo por reglas generales, sólo describo mi experiencia, no creo que sea muy distinta a la de varios, yo lo busqué por algún tiempo, y créanme que estuve cerca, pero siempre estuve dos pasos antes de su huella y uno se siente estúpido de tanto confundirse. Luego, obviamente me rendí, y volví a titiritear con el destino.....

Y si, yo lo conocía....en realidad había escuchado hablar de él, pero para mi el amor siempre fue una leyenda, que luego se hizo mito, y por más que intenté seguir sus pasos, siempre me perdí......y normalmente descansaba más tranquilo, sabiendo siempre que me faltaba algo.......¿pero quién añora lo que no conoce?.....supongo que nadie...

Claro que los callejones de la vida son muy extraños y él se escondía en lugares muy obvios, ahí por donde nadie mira, porque nadie quiere mirar. Y entonces aparece ella, que camina por esa calle por la que nunca había buscado, y se para en la misma esquina donde yo me paro, y tal vez nos cruzamos o no, y tal vez me da la mano, y tal vez no, y tras dos besos mágicos y otros no tanto, cada uno sigue su camino, y le aseguro que nadie, absolutamente nadie, diría que el amor rondaba nuestro barrio, ni el mismo amor quizá supo porque calle caminaba. Pero.......¿saben lo que pasa?.... ella a veces te abraza y uno siente que debería morir en esos brazos, porque uno cierra los ojos y siente que flotara en terciopelo, y las mariposas se agolpan en la panza, y ella entonces te besa, y uno redescubre el valor de un beso, y empieza a entender que existían besos con ternura, y que hay caricias que describen el amor sin mil palabras. Y además ella te toma de la mano, y con el mismo miedo que uno tiene, te lleva a pasear por paraísos, y uno entiende que hay que tirarse de algunos precipicios...sin dudar y ya sin miedo.....Porque ni el amor se resistió a esos ojos, a esos dulces cristales tan cambiantes, el también sucumbió a sus caricias, y caímos los tres en fantasía....

¿Y que pasa?.....uno se despierta un día, y el corazón explota en taquicardia, y la vida se piensa en dos personas, y sin darse cuenta el amor barniza nuestro días, y uno dice te amo..... y es verdad.....porque lo siente, y entiende que el mundo no es más chato, sino que es un lugar único........y la vida se transforma día a día.....y ella es el centro de un universo tan perfecto, que no hay leyes de gravedad ni meteoritos...........

lunes, 10 de septiembre de 2012

Babel


Ana y Jaime

-          Hola…Ana (Dudé, la puta madre, ya se va a dar cuenta que estoy nervioso, cortale ahora mismo, decile cualquier cosa, que perdiste la señal, cortale!)
-          Hooola Jaime, tanto tiempo (¡Boba! Que no se de cuenta que querías que te llame, por favor, controlate) ¿Cómo estas?
-          Bien bien, si, la verdad que hace tiempo que no hablábamos, estuve con mucho trabajo últimamente (No paraste de pensar en llamarla, decíselo y sacate el tema de encima, no seas cagón) pero bueno, quería ver como estabas.
-          Si, me imagino, yo también ando a mil (Se dulce, no sea seca, decile algo de lo que estuviste pensando estos días, que te acordaste de él escuchando ese disco, deciselo tonta) Además este Viernes se casa una amiga (porque le estaré contando esto) y estamos con las chicas haciéndole un video y ni empezamos (va a pensar que soy una tarada decile algo interesante por Dios) tus amigos ya están todos casados, ¿no? (¿Y esa pregunta? ¡DIOS! Tragame tierra en este instante)
-          (Uy no puede el Viernes y además tiene que juntarse con sus amigas, debe tener toda la semana ocupada, mejor no le digo nada, me va a decir que no y voy a quedar como un boludo. Creo que me preguntó algo y no escuché. Dale Jaime! Atento!) Perdoname Ana, se me corta, ¿que me preguntaste? (Bien querido, una bien al menos)
-          (Boluda! Boluda! Boluda! ¿Para que preguntaste eso? Ni se te ocurra repetir la pregunta, inventá algo, lo que sea) Ah, no te preocupes, olvidate (¿Y ahora?)
-          (Prestá atención tarado, ya se dio cuenta que no estás escuchando)
-          Ehh…(decí algo Jaime, por favor)
-          Mmm…(que diga algo por el amor de Dios)
-          (Me quiero morir)
-          (¿Para que habré llamado?)
-          (¿Para que me habrá llamado?)
-          ¿Me escuchás bien Ana? (Ah sos un genio, podría ser millonario dando cursos de oratoria, ¡ESTÚPIDOOOOOOOO! Te hubieses quedado callado)
-          Ay si si, perfecto, pensé que se había cortado (menos mal, tengo que entrar a casa, no no, doy la vuelta manzana, se va a cortar en el ascensor sino)
-          Che, linda (tomando envión, bien, vamos), la pasé muy bien con vos la otra vez (vos podés, vos podés, tranquilo) me encantó al lugar que fuimos.
-          (Si si si, me va a invitar a salir, lo se, no entro a casa ni loca, ojala que no me cruce con nadie) Si, la verdad que buenísimo, ¿ya lo conocías vos?
-          (Decí algo canchero) Si, fui un par de veces hace poco, con una amiga (mmm, para que aclarás, si es todo mentira, nunca fuiste, te lo recomendó un amigo, llamaste tres veces para confirmar, por favor, invitala a salir, vamos, de una, ahora). Che, el Viernes tenés el casamiento, no?
-          (Si, pero puedo toda la semana) Si, ¿por?
-          Porque un amigo hace una fiesta, y tal vez te divertía venir con tus amigas pero supongo que no pueden (mentira de nuevo, invitala de una, mañana, pasado, invitala no seas cagón)
-          Que divertido! Pero no, no podemos (Invitame cualquier otro día, dale)
-          (Invitala otro día, dale!)
-          Uy que cagada, hubiese estado buenísimo que vengan.
-          (Invitame. Invitame) Si, me re divierten esos programas. Si hacen alguna otra avisame y vamos seguro (Invitame. Invitame. Invitame)
-          (Invitala. Jugatela, se hace larga esta llamada, invitala) Obvio, te aviso…(cagónnn. CAGONNNN) Bueno Anita, que bueno que estés bien
-          (Me va a cortar. No me va a invitar. Invitame) Gracias, que bueno que vos también.
-          (No puedo creer que seas tan cagón) Gracias, bueno….eh….te dejo… hablamos uno de estos días, ¿dale?
-          (Me muero) Dale, te mando un beso
-          (Decí algo!) Otro para vos.
-          (Mierda) Chau
-          (Mierda) Chau.

Cuanto miedo al Babel lejano, cuanto terror nos da la impotencia de encontrarnos condenados a las mil lenguas, a no encontrar en el otro nuestro mismo idioma, no poder hablar y ser entendido, no poder a fin de cuentas, comunicarse. Cuanto miedo a ese flagelo ¿no? Será entonces ese miedo bien fundando, o será tal vez un flagelo mayor tener el mismo idioma, tener la misma lengua y no poder decirnos nada.

jueves, 30 de agosto de 2012

The Crying Game

Luego de varios abriles de anestesia,
luego de largas noches de inconsciencia,
hoy volví a llorar.....
luego de mil días de sequía,
hoy me he vuelto a encontrar con el punzante dolor,
con el maquiavélico escalofrío que recorre el pecho,
con ese temblor infantil en los labios,
y mientras cantaba, la voz se me fue quebrando,
mis dedos no respondían a las cuerdas,
mis rostro se sonrojaba, y quise gritar.......y no pude,
los ojos se nublaron, y temí lo peor.....
y entonces sucedió.....

Mi voz murió por un instante,
se volvió afónica de puro temerosa,
y una lágrima, una sola, irrumpió en mis párpados,
y desafiante y veloz, acarició mi rostro,
casi sin recelo bordeo mi nariz,
y antes que pudiese retomar mi asfixia,
murió en mis labios, y el sabor salado de la derrota,
inundó mi boca,
el mismo sabor que había olvidado, y ahora recordaba,
el mismo sabor de mis insomnios tan lejanos,
el mismo sabor, que no era el mismo........
luego, sin tiempo siquiera para secar mis ojos,
volvió el temblor, mis manos se rindieron,
y viéndome derrotado,
cayó la estampida......

Ahí venían ellas, provocadoras,
un mar oxidado y postergado en mil excusas,
allí venían, irrespetuosas,
dando siempre la señal tardía de que valía la pena,
dando siempre la puñalada final al moribundo,
y mi rostro ya no respondía,
mis dedos se cerraron lentamente,
y ni la fuerza en los puños fue suficiente,
ellas no se detenían,
corrí al espejo, como siempre,
mi rostro ajado suele dar risa,
sabía que la promesa no era carcajada,
igual, solo buscaba una mueca,
pero no vino...... y por primera vez en esta vida,
me vi llorar frente a un espejo.....

Luego la tormenta paró, como hace siempre,
y el corazón ya no se ahogaba,
el dolor dio tregua a un cigarrillo,
y la guitarra aún desafinada hizo ruido,
volvió mi voz, o lo que queda de ella,
y descansé.... pero en tristeza......

Volví a recordar las últimas horas,
los besos que siempre negué y ayer te daba,
las palabras que siempre callé y ayer estaban,
y supe que no soy hábil en cariño,
que elegiría una y mil veces odiarte,
escapar por los balcones de mentiras,
y no.....
nunca.....
despedirte en mi mejor caricia,
dejarte ir en mi más auténtico beso,
decir un "te quiero",
y guardarme mil quinientos,
no me arrepiento y lo sabes,
pero soy pobre incitador de esperanza,
y prefiero ser el rey de mis silencios,
prefiero mi mirada vacía, mi beso frío y seco,
a las lágrimas que hoy hacen que tiemble,
no me arrepiento y lo sabes,
pero soy nuevo en tus formas......y me duelen.....
y entonces perderte.... ahora....
........da más miedo.......

miércoles, 29 de agosto de 2012

Supongamos que hablo de mí...


         Supongamos que hablo de mí, o de alguien muy parecido a mí. Y supongamos que yo soy muy parecido a vos, en realidad, muy parecido a alguien bastante parecido a vos, y supongamos que a estos seres tan parecidos a nosotros, les pasan cosas parecidas, casi tan parecidas como las cosas que nos pasan a nosotros. Y supongamos que ellos se ríen de las mismas cosas de las que nos reímos nosotros, y lloran lágrimas de composiciones similares, casi siempre por cuestiones parecidas, es decir, las cosas por las que nosotros lloramos.

         Pero volvamos al principio, supongamos que hablo de mí, y te cuento que soy sensible, pero no tanto como parece o como elegí que pareciera, y que siempre preferí chocar al tren en contramano y no al lento cáncer cotidiano, que siempre luché cuando era guerra y preferí obviar las mil batallas. O supongamos que te digo que estoy loco, claro que mi patología no es esquizofrénica ni psicótica, sino que es ligeramente más compleja, digamos que en mi mundo el odio y la ternura comparten cama, desayunan juntos y hasta ella le dice "Que te vaya bien, querido" y se despiden con un beso, o que en mi mundo las lágrimas que mas duelen son las que quedan y las sonrisas que más recuerdo son carcajadas. Supongamos que hablo de mí, y te digo que siempre miento, y que la mentira es mi escudo cotidiano, y que en mi mundo no son piadosas. Claro que alguien tan parecido a mí, como ese alguien tan parecido a vos, sabe identificar entre las líneas de mentiras, las semillas imperceptibles de verdades. Y supongamos que él te cuenta que sus pecados siempre fueron capitales porque eran los únicos que valían la pena, que el arrepentimiento nunca fue de obra y siempre de palabra y omisión, y que sus manos nunca suplicaron perdones sino que siempre rogaron la compañía silenciosa de esos dedos sin culpa ni pecado más original que una sonrisa prohibida. Y supongamos finalmente, que te hablo de mí, y te digo que las paredes de mi laberinto se elevan, y no sabés que gratificante es a veces, encontrarte perdida en los mismos pasillos, y abusar de todos los medios existentes para remachar nuestras heridas.... por impulso y necesidad, y por ese halo oculto, del que nadie quiere, puede ni sabe hablar......y "así estoy yo, así estoy yo sin ti"......

         Pero supongamos que hablo de vos, y te digo las mismas verdades, y te digo que sos sensible, pero no de frágil porcelana sino de un rígido diamante al cual nadie sabe preservar, y te digo que estás loca, y nunca tuve en mis planes subirme a esa "ilusión supersport", pero nuestras locuras caminan de la mano aunque nosotros vayamos en direcciones opuestas, y te digo que mentís, por impulso y necesidad, y porque no sabemos cuál es la verdad ni si realmente existe......y supongamos que hablo de vos, y te digo que ya he viajado en tu montaña rusa, mucho antes de lo que te imaginás y siempre me gusto caminar las calles de ese barrio peligroso, y que nunca creí en inseguridades sino en temores....y supongamos que hablo de vos, y te digo que no extraño las noches locas y desenfrenadas, no extraño los besos alcoholizados ni extraño las cosas que ninguno de los dos se acuerda.....y supongamos que hablo de mí, y te digo que en mi tierra siempre segura, todo tiembla, porque extraño lo imperceptible, la voz en madrugada, el largo silencio, el beso tímido, la tonta confusión..... y me da rabia saber que cuando quise darle un buen final a esta locura, no solo perdí lo que tenía........sino que me di cuenta que me dolía perderlo......

         Y supongamos que hablo de mi, y recuerdo que en el amor he sabido perder más de mil veces.... y supongamos que hablo de vos, de esa persona tan parecida a mi, y supongo que también sabrá de infinidad de derrotas..... y entonces me consuelo en el consuelo más tonto.... en el simple hecho, que los dos estamos destinados a perder....y decir lo que tendría que decir....no sirve de nada.

martes, 28 de agosto de 2012

Carta para leer un día cualquiera...


Hoy, como de costumbre, seguramente abrirás los ojos con demasiadas ganas de quedarte en el último sueño, al menos una eternidad, aunque luego no recuerdes ni que era. Torpemente buscarás la alarma del pequeño teléfono que suena despiadada e indica que no cederá antes los desatinados golpes, y finalmente, un día más, finalmente estás despierta, y entre la oscuridad las pupilas se dilatan hasta que las formas toman sentido y el mundo se te presente nuevamente.

Seguí emocionándote por cualquier cosa, llorá sólo porque alguno llore, o llora porque te vino en gana hacerlo, reíte de todo lo que te de gracia, buscá tu carcajada, no te niegues nada, no te juzgues por nada, lo que explote adentro tuyo, dejalo salir, no vas a encontrar nada más sano que eso, nada te va a hacer sentir más libre, aunque a veces, eso duela.

Pensá en todos los que tengas que pensar, y decile a cada uno, lo que tengas que decirle.

No te preocupes por el tiempo, que no te persiga la necesidad de hacer todo lo que no hiciste, tu vida, tu corazón, tu mente, te irán ordenando, que se mantengan juntos, que se mantengan lindos, que se mantengan sanos y luego el camino se irá armando solo.

Estate con tu gente, valoralos, querelos, que ellos sepan cuanto los valoras, cuanto los querés, no te olvides de ellos, que no se olviden de vos.

Que el mundo no sea una carga, que no se plante sobre tus hombros, que no te arrolle todos los días, que no te destruya la tristeza del mundo.

Busca un día como hoy, como cualquiera, una razón distinta por la cual querés vivir esta vida, y vivila del mejor modo, del modo que te haga sentir más plena, más completa, más viva.

Perdete en el mundo, perdete en las calles, aburrite cada tanto, dormite una siesta un martes…viví

Nadie te va a enseñar como hacerlo, nadie mejor que vos para descubrirlo, el mundo te espera, no vas a pasar desapercibida, no vas a ser una más, no tengas miedo, el tiempo aunque no creas, va a estar de tu lado, la vida te mira, y sonríe, te espera tranquila, ella, tanto como yo, sabe que vas a llegar, que siempre vas a llegar…

lunes, 27 de agosto de 2012

Un buen día


Digamos que me despierto y dormí lo suficiente, no digo mucho, digo lo suficiente. Y soñé algo que no recuerdo, pero no dio miedo.

Abro un ojo y luego el otro, dejo que lentamente y sin apuro mis pupilas enfoquen, ya los objetos no se invaden y aparecen sus bordes y límites. El otro ojo se une. Las cosas se definen. No hay taquicardia. No tiembla el hombro. Solo tengo un brazo dormido. Nada grave.

Me incorporo en la cama. Me siento y observo. Respiro. Bostezo y me estiro lo más que puedo. Aún no duele. Eso es bueno. Bostezo y mi voz emite el primer sonido del día. No estoy afónico. Voy a poder ir a canto.

Me paro. Arrastro los pies los primeros dos pasos, y luego camino. Este día en particular está despejado, pero podría no estarlo, digamos que no pasa por ahí.

Camino hacia el baño. Mi miro al espejo y me reconozco. Los ojos respetan sus colores y  lo blanco es blanco. Escupo. Me inclino a tomar agua y vuelvo a escupir. No hay rastros de tabaco. Es un día de agua tibia, y puedo elegir cualquier temperatura para el baño.
Eso me resulta cómodo. Decido empezar con agua caliente. Cumplo mi rutina y dejo que el agua termine de despertarme. Termino con agua fría.

Aún es temprano. Hay tiempo para ir a tirarme en la cama entoallado hasta que me seque. No voy a prender la tele. Pongo una canción. No me someto a la dictadura de la radio. La elijo yo. Un día como hoy es George Harrison, aunque podría ser otro. Tampoco pasa por ahí.

Tengo ropa limpia. Antitranspirante. 212 por aquí. 212 por allá. Una camisa. Un jean. Un sombrero. Un saco. Tengo tiempo de un té. No voy a leer el diario. Abro las ventanas. Tomo el té mirando un poco el árbol del patio interno, oro poco miro sin mirar.

Me acuerdo de pensar que me gusta mi casa. Me olvido de reprocharme las mil cosas que no hice. Me acuerdo de llevar las gafas, el iPod, los mil cables y mi cartuchera.

Bajo las escaleras. Me golpeo atrás y encuentro la billetera, golpeo un costado y están las llaves, golpeo otro costado y hay un atado de puchos, no necesito fumar aún, eso también es bueno. Saludo al portero, el me hace un chiste y yo me río. Yo le hago un chiste y el se ríe. Y salgo.

Tengo una reunión. No voy a llegar tarde. Tengo tiempo de ir caminando y el día lo permite.
Gafas. Listo. iPod. Listo.
Busco. Busco. Busco. The Beatles. Listo
Busco. Busco. Busco. Let it Be. Listo.
Busco. Busco. Busco. Two of Us. Listo
Play. Camino.

Camino. Miro un poco alrededor y luego miro sin mirar. Semáforo. Rojo.
Siempre juego a lo mismo en los semáforos, miro al semáforo en diagonal (que es el que quiero que cambie) y abro y cierro la palma de mi mano cada vez que titila el hombrecito, abro, titila, cierro; abro, titila, cierro; abro, titila, cierro, acompaño su titilar hasta que asumo que definitivamente se quedará quieto, y dejo la palma abierta como creyendo poder mantenerlo así. Abro. Hoy siguió titilando, es decir, perdí, se queda quieto un par de segundos después. Verde. Cruzo la calle.

Hay gente por Santa Fe, otro juego: debo caminar sin que nadie me roce, dependiendo la hora, esto puede ser difícil, hoy se podría decir que es tarea simple.

iPod. Busco. Busco. Busco. The Rolling Stones. Listo
Busco. Busco. Busco. Vodoo Lounge. Listo.
Busco. Busco. Busco. New Faces. Listo.
Play. Camino.

En el primer puesto de flores casi me veo atrapado, acelero el paso de modo de no coincidir con un grupo de ancianas en ese espacio reducido. Paso justo, no me rozan, sigo. En Bulnes una tropa de adolescentes sale del Alto Palermo. Esquivo los dos primeros. Me corro un poco para el tercero. Me suena el teléfono, pierdo la concentración un segundo y no puedo torear al cuarto, me roza con la mochila, es decir., perdí. Igual, no pasa por ahí.

Camino y camino. Llego a Palermo. Reunión. Muy buena esta vez.
Me acuerdo de pensar que me gusta lo que hago. Me olvido un rato de las miles de profesiones que no fui. Salgo.

Almuerzo. Algo rico. Pienso. Algo en mí, algo en vos. Me acuerdo de recordarte y te recuerdo un rato. Te beso, te miro, te vuelvo a besar. Miro la calle un rato y luego miro sin mirar, se me dibuja una tímida sonrisa. Disfruto ese recuerdo y pido la cuenta.

Me permito un cigarrillo. Se que tengo que dejar y lo asumo. Se que me hace mal y lo acepto. Me prometo fumar menos. Hoy puede ser un día de cinco puchos. Me quedan cuatro.

Gafas. Listo.
iPod. Listo.
Busco. Busco. Busco. La Vela Puerca. Listo
Busco. Busco. Busco. De Bichos y Flores. Listo.
Busco. Busco. Busco. Contradecir. Listo.
Play. Me subo al auto y voy a la oficina.

El mundo va para capital. Yo voy para provincia, a veces eso me define, y de algún modo, me gusta, hoy igual no estoy tan filosófico, estoy más bien pensando que a la noche veo a mis amigos, eso es definitivamente bueno. Me acuerdo de pensar en que los quiero. Me permito recordar alguna anécdota. Me acuerdo de saber que ellos me quieren. Me olvido del resto y vuelvo a dibujar la misma sonrisa.

Panamericana. El remisero me conoce y me da charla.
iPod. Stop.
Me pregunta como va todo, le respondo que excelente, siempre digo lo mismo. Igual, hoy al decirlo, me siento más natural. Ligeramente más auténtico. El habla de política y expone su teoría del mundo, yo explico el infalible esquema táctico que debería aplicar River, el me cuenta una historia anacrónica sobre mi empresa, yo le hago un chiste y el se ríe. Me bajo y lo saludo. Sombrero a la cabeza.

Gafas. Listo.
iPod. Listo
Busco. Busco. Busco. Julieta Venegas. Listo
Busco. Busco. Busco. MTV Unplugged. Listo.
Busco. Busco. Busco. Ilusión (con Marisa Monte). Listo
Play.

Llego a la puerta y un amigo me dice de ir a fumar un cigarrillo. Lo acompaño, pero no fumo, es un día de cinco puchos y me quedan cuatro. Hablamos, él me comenta que esta harto y que se quiere ir, yo asiento y atajo la catarsis. Él me habla de estrategia y de mercado, de marcas y países, yo le hago un chiste y el se ríe.

Me acuerdo de pensar que me gusta escuchar. Me olvido de todo lo que me dijo. Le apoyo la mano en el hombro y presiono. Le regalo una sonrisa y entramos.

Tarjeta. Pip. Molinete. Boton Ascensor. Pip. Me indica el ascensor 3. Llega el ascensor 2 y me subo igual. Puerta. Tarjeta. Pip. Oficina. Reunión 1. Mi asistente. Reunión 2. Mi jefa. Reunión 3. Mi proyecto.

Trabajo. Hablo, río, hago reír. Tomo un Té. Me siento un rato, veo mails. Me acuerdo de pensar en tus abrazos y como te explota la risa en la cara. Me acuerdo de mirarte un rato y luego miro sin mirar. Tomo otro Té.

Puerta. Tarjeta. Pip. Ascensor. Ascensor. Tarjeta. Pip. Calle. Me fui a canto.

Hoy voy a cantar bien. Mi cuerpo me lo dice. Llego puntual, me relajo, me desconecto de todo. Canto, grito, siento mi garganta. Hago las cosas bien. Aprendo. Mi profesor me felicita. Y eso es bueno. Me voy cantando. Me regalo un cigarrillo.

iPod. Listo
Busco. Busco. Busco. Joaquín Sabina. Listo
Busco. Busco. Busco. Dímelo en la Calle. Listo.
Busco. Busco. Busco. La Canción Más Hermosa del Mundo. Listo
Play. Camino.
Cramer. Camino. Lacroze. Camino. Cabildo. Subte. Olleros.

Subo, y hago lo que hago siempre: Elijo una persona, cualquiera, al azar, e invento una historia. Hoy inventé a Rosa, una estudiante de medicina de Santiago del Estero, que está yendo a la Facultad a ver como le fue en su último examen. No tiene certezas pero cree que le fue mal. A veces la historia es más larga, hoy solo fue eso. En realidad sólo vi una chica con un ambo y una cara de preocupación, no muy distinta a la cara de todos mis compañeros subterráneos. Pienso que alguna vez podría escribir todo esto. Me acuerdo de pensar que me gusta escribir y lo disfruto.

Agüero. Me bajo. Mi casa. Dejo todo y agarro el iPod. Chequeo cuentas. Todo en orden.
Abro la heladera y tiro lo que ya se pudrió. Tomo agua. Me voy al bar.

Bajo las escaleras. Me golpeo atrás y encuentro la billetera. Golpeo un costado y están las llaves, golpeo otro costado y hay un atado de puchos. No necesito fumar aún. Me quedan tres puchos. Saludo al portero, el me hace un chiste y yo me río. Yo le hago un chiste y el se ríe. Y salgo.

iPod. Listo.
Busco. Busco. Busco. Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Listo
Busco. Busco. Busco. Cordero Atado. Listo.
Busco. Busco. Busco. Etiqueta Negra. Listo
Play.

Bar. Amigos. Uno me cuenta y me consulta. A otro le cuento y le pregunto. Otro me mira y se ríe. De repente, todos nos reímos. Uno se pone serio y escuchamos. Nos pide consejo. Lo intentamos. Luego nos reímos. Uno me ayuda sobre algo. Otro cuenta un chiste y nos reímos. Me permito un pucho. Me quedan dos.

Comemos algo y uno me cuenta de su hija y se babea. Yo tomo un sorbo de cerveza y les cuento de vos y no me creen. Otro cuenta un ascenso y brindamos. Planeamos una vez más un viaje imposible y nos emocionamos. Adiós comida. Me permito otro pucho. Me queda uno.

Me acuerdo de agradecer por estos ratos. Me olvido de pensar mucho en mañana.

Una cerveza más de despedida. Camino a casa. Subo. Me cambio y me descambio.
Me acuesto. Agarro un libro. Pienso en vos un rato. Me sonrío. Me pierdo en mi libro.
Me sobró un pucho. Me duermo.

La vida gotea lentamente, sin apuro, la vida susurra algún sonido encantador…

Un buen día. Digamos que pasa por ahí, ¿no?