lunes, 14 de enero de 2013

Insomnio #26

La curva de la noche, en mi caso, es a las 3 de la mañana, hasta ahí veo desde la noche, luego al girar, ya veo la mañana siguiente, y declaro el insomnio. Me rindo ante esta rebelión de ojeras que se despliega insolente, y mi cuerpo cansado no descansa, y mis párpados pesados no caen. Este es uno de tantos. Uno de Lunes. Uno de Enero. Nada mágico, nada trágico, nada particular. Un insomnio, el número 26 en mi registro, aunque el registro es inexacto y bastante tendencioso, casi como yo, claro, el que lo hizo.

Pienso que debería escribir, o tal vez leer, siento que este insomnio empieza a cargar sobre mí una obligación literaria, y la verdad que la idea empieza a molestarme, no me agrada esta imposición, tal vez quisiera otro insomnio, uno más tonto, uno televisivo, uno musical, uno sexual, cualquier otro, no este insomnio obligado, no este trabajoso. La verdad detrás de todo esto es que no tengo nada concreto para escribir, carezco de una lluvia melancólica sobre mi ventana, me falta un amor no correspondido que descongele las letras, sí, tengo unas copas encima pero no las suficientes y estoy algo carente de tristeza. Claro, vos me dirás “qué bueno, no te quejes” y yo te diré que te calles, que no sabes lo molesto que me resulta este insomnio y que tampoco sabés con que combustible funciono ni con que chispa enciendo, esta noche es acústica y yo necesito un pogo. Como verás, no estoy de acuerdo con mi insomnio y el tampoco conmigo. Este insomnio sabe que hay personas que crean maravillas a estas horas, este insomnio académico, doctorado, con su medalla de oro y su biblioteca erudita me mira condescendiente, decepcionado, inquisidor, y la verdad, me chupa un huevo.

Suena y se lee tonto, lo sé, es decir, es obvio que estoy escribiendo, está claro, pero te digo algo, para que entiendas, escribo, pero a reglamento, estoy escribiendo como protesta, estoy volcando mi queja, dejando asentada mi causa, esta es mi denuncia pública hacia este insomnio extorsivo, no voy a pensar lo que escribo, no voy a corregir lo que digo, completaré esta hoja sin criterio, voy a colocar tonterías sin borrarlas y luego miraré el techo, hasta que este insomnio se rinda y mi cuerpo también.

Voy a escribir sobre lo molestos que me parecen los insectos. Nada en contra, solamente pienso que deberían dejar de existir, ya tuvieron sus años, ya pasaron sus eras, y la verdad que mucho no hicieron, ahí están, no crecieron, no son más grandes, ahí merodean esperando una guerra nuclear para enorgullecerse que serán los únicos sobrevivientes. Mi insomnio debería mirarlos con mucho mayor desprecio que a mí, pero no lo hace, no me saca la vista, podría mirar tranquilamente a ese mosquito que merodea el cuarto, podría mirarlo y advertirle que ya lo vi, que no sea tan tonto en insistir con mi sangre, que lo voy a matar tan pronto se acerque, y entonces me distraigo, porque siempre me distraigo y el mosquito me pica y mi insomnio mueve su cabeza en desaprobación y yo me paro y mato al mosquito, pero claro, es tarde.

Voy a quejarme del mundo un rato, quiero quejarme con la Madre Tierra por haber planeado mal las cosas, quiero indicarle que dejó progresar a una especie que vive en tierra, y el departamento que nos dio es una gran pileta, digamos que la cosa estaba bastante bien armada para que la civilización de turno tenga branquias ¿no te parece?, digo, podrían ser los delfines, o los tiburones, mucho mar al pedo y nosotros nos estamos apilando en la tierra, creo que la Tierra no lo sabe, porque hasta sus padres le eligieron mal el nombre, evidentemente querían una hija, y cuando nació El Agua, ya era un poco tarde. De paso también quiero indicarle que esto que ande dando vueltas le complica la vida a todo el mundo, podría quedarse un poco quieta y que siempre sea de día, y en ese caso, ni yo estaría quejándome de ella, porque no existiría el insomnio, y menos este insomnio catedrático que todavía golpetea su pie contra el piso esperando que haga algo productivo.

Podría escribir sobre la gente que habla con malvones, o los vegetarianos, o los que caminan por la calle con su parejita de perritos de raza miniatura, pero por suerte, ya cumplí con la hoja que quería escribir, y entonces si, como protesta, miraré el techo. Si te estás preguntando porque no miré el techo desde el principio, la respuesta es obvia…no lo sé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario